lunes, 16 de agosto de 2010

solo pasa de nochE

-Anoche soñé.

-¿Cómo?

-Que anoche tuve un sueño.

-¿Sobre qué?

-No lo sé, era todo muy confuso, estabas tú, también estaba yo, nos encontrábamos en un gran banquete.

-¿Me veía hermosa?

-Sí, tenías un elegante vestido rojo, y tu cuerpo adornado con preciosos diamantes, un collar, un brazalete incluso unos aretes, todos en diamantes puros que brillaban con las luces del lugar como estrellas sobre tu piel, te veías muy feliz.

-¿Y tú?

-Yo tenía un smoking blanco muy elegante, casi como los de las películas, pero parecía nervioso por alguna razón.

-¿Y qué hacía yo?

-Estabas bailando, con un tipo rubio muy alto y con bigote, se parecía a Max

-¿Max? ¿Mi ex?

-Sí a él, se parecía un poco.

-No seas tonto, tiene siglos que no lo veo.

-No lo sé, sólo era un sueño. En fin, tú bailabas con él, parecías feliz, sonreías como hace tiempo no lo haces…

-¿Y después?

-Después… después me aburría de mirarte y caminaba por el salón, buscando algo aunque no recuerdo que.

-¡Así que yo te aburro!

-No, no es eso, es sólo que, tenía que buscar algo. Bueno, te digo que seguí caminando por aquél majestuoso salón, hasta que sin notarlo llegué a la mesa más lejana, ahí encontré a una linda chica, era la única persona en aquella mesa, parecía que había llorado.

-¿Cómo era ella?

-Muy bella, un hermoso rostro en un elegante vestido azul, no había nadie a nuestro alrededor todos se divertían en el centro de la pista, bailando y bebiendo.

-¿Qué conveniente no?

-Como sea, me acerqué a ella lentamente, antes de sentarme la chica me lanzó una fugaz mirada, que me detuvo por un segundo, pero aun así seguí. Una vez en la mesa, platicamos por un largo rato, parecieron horas, ella había venido a al banquete con su prometido, pero el tipo tenía problemas con el alcohol y hacia horas que la había dejado allí sola.

-¡Qué infierno!

-Y que lo digas, después de nuestra platica, escuché la música que tocaba la banda del salón, era un vals, muy tranquilo y romántico, así que la invité a bailar, ella tímidamente acepto. La música nos envolvió, no fuimos hasta la pista, nos quedamos ahí en el rincón de aquel salón, abrazados, bailando, sentía como se desvanecía su dolor, olvidaba sus penas y así, en esa paz, al último compas de aquel vals… la besé… y desperté.

No hay comentarios: