La pregunta de Robert hizo rebotar un fantasmal eco en la recamara vacía, su padre limpiaba algo que tenia en las manos con sumo cuidado, con un paño viejo y desgastado, pero con tanto empeño que parecía apreciar una belleza majestuosa en dicho objeto. La mirada de su padre se levanto para posarse en el pequeño niño rubio de ojos azules que le había formulado la interrogante.
-Eso no existe Robert, solo existen en los cuentos- Dijo su padre concentrándose de nuevo en el pequeño objeto metálico sobre sus manos.
-No es cierto padre, ¡sí que existen!, o eso creo- contesto con sus azules ojos fijos en el mermado rostro del aquel hombre al que llamaba padre.
-¿En verdad quieres saber qué es un héroe hijo?
-Sí
-Bien. Un héroe...-se detuvo dubitativo, clavo la mirada en la mesa, como ocultando un viejo dolor, profundo e imperdonable. Robert se estremeció al ver la mirada perdida de su padre. El hombre levantó de nuevo la cara, respiró profundo y continuó.
-Un héroe es, un hombre diferente hijo, un héroe es aquel que lo entrega todo por quien lo necesite, sin importar el sacrificio que esto conlleve, el héroe de verdad no conoce el descanso, porque no puede hacerlo hasta conseguir la victoria y su victoria nunca llega. Porque siempre ha sido más fácil hacer lo malo que lo correcto, lastimar que proteger, engañar que decir la verdad. Por eso hijo, el héroe tal como debería ser ha muerto.
El infantil rostro se enrojeció al momento que una delgada lagrima bajaba por su mejilla, las manos cruzadas frente al pecho y el gesto deprimido enmarcaban la imagen de tan inocente llanto.
-¡No es cierto!
El niño lanzo tremendo rugido que hizo estremecer a su padre. Robert Hooglihan tenia el rostro colorado teñido por indignación y frustración.
-Los héroes, si son lo que dices, ¡sí existen!- su mirada escondía temor y decisión al mismo tiempo- Existen y viven y ganan, yo lo sé, porque si un mundo no tiene héroes no tendría nada en que creer y yo sí creo y yo creo que los héroes sí existen!
El rostro del Teniente Coronel R.Hooglihan se quedo perplejo, su hijo de 9 años había rugido como todo un hombre, se puso lentamente de pie, al tiempo que posaba su mano sobre el delgado hombro de su fiel y pequeño soldado.
-Tenías razón hijo, los héroes aun existen, creo que estoy mirando a uno en este momento.