Max se encontraba divagando, cuando notó a la distancia, el grito ahogado de una extraña.
Se acercó con cautela, mirando bien a la chicuela, sus ojos eran como perlas, redondos y pequeños como hojuelas.
-No llores mas, pequeña niña. Aquel hombre se ha ido ya, ni humanos ni demonios, te han de molestar
-Tengo miedo y tengo frío, busco para mi alma algún alivio
-Tan dulce y tan perfecta, abrázame ahora mi doncella. Alivia tu alma con la mía, seremos uno, seremos vida
-Regálame vida o tu vida mía
-Regálame aliento, tú aliento de mi vida