miércoles, 27 de abril de 2011

Un día violento

-¿Estás segura de que quieres hacer esto?

-Sí, muy segura

-No hay marcha atrás, si hacemos bien este trabajo, podremos iniciar una nueva vida, él ya no nos perseguirá, lo dijo muy claro, este es nuestro último trabajo.

La chica lo mira preocupada, pronto su gesto volvió a cambiar y se mostró más segura

-¡Hagámoslo!

Ambos se colocan sus pasamontañas y amartillan sus pistolas. Eran Luisa y Armando, eran dos ex policías que se habían involucrado en un terrible mal entendido con un poderoso narcotraficante y ahora estaban obligados a asaltar una caja de seguridad, de esas en las que la gente guarda sus ahorros, lo habían planeado bien, entrar, neutralizar, tomar y salir, sonaba fácil.

-¡Vamos!- Dijo Armando. Al escucharlo todo su equipo se movilizo, eran pocos pero efectivos, ya lo habían comprobado antes. Rodrigo, Gabo, y Lucas, todos unidos incidentalmente por extrañas coincidencias del destino. Uno a uno fueron saliendo de una Van color negro estacionada frente al edificio que estaban a punto de atracar.

Entraron por fin al edificio, Gabo golpeó a un par de guardias que cuidaban la puerta, mientras Rodrigo desarmaba a otros dos que resguardaban el mostrador, Lucas cubría la puerta mientras Armando y Luisa entraban.

Armando se acercó al mostrador, con mucha decisión saco su arma y la apunto a la cabeza de una empleada del lugar, ella del susto, sintió un frio y estremecedor impulso casi eléctrico recorriéndole todo el cuerpo, estaba muy nerviosa y se notaba en sus delicados ojos claros.

-Abra la caja 138-M

-¡Por favor, no me lastime!

-¡Cállate y hazlo!

La pobre chica tomo la llave que le ofrecía el brazo estirado de Armando y los condujo hasta la bóveda principal, todos los clientes (que no eran muchos) estaban boca abajo sobre el piso.

Ya en la bóveda Armando y Luisa observaban a la señorita buscando entre las muchas cajas de seguridad

-136, 137… aquí esta 138- Dijo casi con lagrimas en los ojos, mientras metía la diminuta llave y abría la caja, que parecía como un deposito de correo como de los edificios de departamentos, pero un poco mas estirada su longitud.

De la caja saco un portafolios negro, de piel, de esos que tienen seguritos en la tapa, que se desbloquean al meter una contraseña, Armando lo tomo con delicadeza mientras Luisa le daba un horrible jalón a la empleada para quitarla de su camino, fue entonces cuando Armando puso el maletín sobre una pequeña mesa que estaba cerca, introdujo la contraseña sobre el portafolios,

6 6 6, los seguros se abrieron, entonces lo contemplo, ahí estaba, todo el sacrificio, todas las muertes previas, tanta persecución, tanta porquería que habían enfrentado para llegar hasta aquí. Un extraño resplandor que era desprendido del maletín iluminaba la cara de Armando, que lo miraba abstraído de la realidad cuando una voz lo despertó de su sueño.

-¿Estamos contentos?- Le pregunto Gabo desde la puerta

-Si amigo estamos contentos.

-Perfecto – Gabo entonces trono los dedos como dando una señal, y Luisa, que estaba parada junto a Armando, saco su pistola, apuntándola directamente hacia la cabeza de Armando.

-¡Qué carajo!

-Perdiste viejo, el portafolios es mío.

-No seas imbécil, Luisa qué demonios haces, ¡¡¡este es nuestro boleto!!! Libertad Luisa, ¡No es por lo que hemos luchado todo este tiempo!

Una malévola mueca se dibujo en el rostro de Luisa, al tiempo que con la mano libre le quitaba el portafolio de su poder, volviéndolo a cerrar, y caminando hacia Gabo

-Qué triste tu caso en verdad Armando, caíste redondito, el JEFE sabia que eras el único que podía idear el plan para conseguir esa llave, Marruecos ¿lo recuerdas? Toda la operación para conseguir esa estúpida llave fue tu idea, nadie más lo podría haber logrado, por eso te eligió a ti. Yo fui solo la carnada jaja y vaya que mordiste ehh… no lo comprendes verdad, todo fue un plan armado especialmente para que nos dieras este maletín, fuiste solo un peón.

-¡Perra desgraciada!

-De nada sirve lo que quieras decir ahora, maldito fracasado. Demasiado inteligente para la CIA jaja, pues mira, no eres tan bueno después de todo, tu amigo Rodrigo, debe estar muerto en este momento, Lucas tenía instrucciones de matarlo cuando entráramos a la bóveda

-¡Alto maldita! – Se escuchó de pronto mientras el mencionado Rodrigo aparecía en la puerta, llegó de golpe, azotándose sobre la pared del pequeño cuarto, empuñando su arma con la mano derecha, mientras su brazo izquierdo colgaba sangrando, estaba herido, Luisa apunto entonces su arma hacia él, armando vio la oportunidad y saco su arma también, apuntándola a Gabo al tiempo que él hacía lo mismo hacia Armando.

-¿Qué es lo que paso Armando? – pregunto Rodrigo

- ya sabes, nunca confíes en una mujer, fue todo una trampa amigo, todo fue un engaño el JEFE sólo me utilizo, todo fue un juego – Diciendo esto al tiempo que lanzaba una despectiva mirada a Luisa y a Gabo

Rodrigo le apuntaba a Luisa y Luisa había cambiado y ahora apuntaba de nuevo a Armando, mientras que Gabo tenía en la mira a Rodrigo.

-¿Porqué siempre tienes que hacer las cosas más difíciles eh Armando, creo que solo te gusta fastidiarme – Dijo Luisa.

-Sí, creo que es eso, me encanta tu mirada cuando algo sale mal jajaja. En fin espero no les moleste, pero me quiero ir con un poco de estilo – Al decir esto, saco con su mano libre un cigarrillo y después un brillante encendedor de plata, el humo se elevaba lentamente, había un detector de humo que pronto sonaría, todos lo miraban sin entender, menos Rodrigo que sonreía con cierta ironía en la mirada

-Listo para morir amigo – Dijo mirando a Rodrigo.

-Siempre listo señor.

El humo siguió elevándose hasta alcanzar el detector de humo

-Muy bien, entonces

¡¡¡FUEGO!!!

El llamado

Era otra noche patrullando, la ciudad sonaba a silencio y la lluvia no paraba. Tenía 2 meses siguiéndole la pista a ese maldito pervertido, todos me decían que era una locura, como Magnum Bates sería un asesino, ese mojigato hijo de perra que dona mil dólares a la iglesia cada mes, pero yo sabía su secreto, Dios me lo había dicho, el señor Bates era un demonio con piel humana. No se cómo Dios me eligió para cumplir esta misión, pero mi trabajo es cumplir el mandato divino, no cuestionarlo, Magnum Bates debe morir.

Eran ya las 3 de la mañana y veo a Bates salir de un callejón entre Barkley y Second av. Lo sigo a distancia observándolo desde el auto, él no sospecha que alguien le esté siguiendo los pasos. Enciende un cigarrillo sacándolo de su cigarrera de oro, estos demonios sí que saben vivir. Después de varias cuadras finalmente se mete a otro callejón y decido seguir a pie.

Salgo de mi viejo auto sosteniendo a la vieja Betty en mi mano, mi inseparable revolver cal.45 que nunca me ha fallado en esta constante lucha. Al entrar al callejón veo a Bates, está de pie frente a mí, a unos 5 metros de distancia, es un callejón sin salida, ya lo tengo.

-¡Deja de seguirme Mahone!, maldito enfermo degenerado, consíguete un empleo maldita sea, ¡no fue suficiente para ti que te despidieran del maldito departamento de policía!- me dijo el maldito así que conteste:

-Calla, demonio. A mí no me engañan tus trucos, se bien que te envió el mismo Lucifer a hacer su malvada obra, pero yo te detendré- el muy cobarde tenía la mirada perdida del pánico que sentía, el sudor le escurria por el rostro cual cerdo en matadero, le temblaban las manos y cuando vio mi revolver sentí como su garganta tragó saliva. Era su fin.

-Mahone- repitió- estas demente, yo no eh hecho nada, baja el arma, podemos hablarlo, conozco el psicólogo que tiene tu caso, podemos ayudarte, sólo baja el arma y regresa al instituto, Marie tu esposa, la recuerdas, está preocupada por ti, y el pequeño Marky necesita a su padre, no hagas una estupidez.

Al escuchar esto baje el arma, mi esposa Marie, como la extrañaba, no había sido lo mismo con ella desde que le dije sobre mis visiones, sobre la misión que Dios me había encomendado, me había tachado de loco y casi me corre de la casa. Habían sido tiempos difíciles, después de meterme al instituto para que analizaran que estaba mal en mi cerebro, todo había cambiado, ¿será acaso este el precio que debo de pagar por servirle al Señor?

Bates se acercó a mí, lentamente no dejaba de mirar el arma, a pasos lentos e inseguros llego hasta donde yo estaba. Y dijo.

-Necesitas ayuda Mahone, no debiste dejar el instituto.

Por un segundo recobre la conciencia, le dije que lo sentía comencé a llorar como maldito bebe recién nacido, el hombre sólo se preocupaba porque no fuera a levantar de nuevo el arma. Mi familia, mi trabajo, mi futuro, todo se había derrumbado en tan poco tiempo… o acaso sería… Si debe ser, ¡es otra trampa! La psicosis se apodera de mi mente de nuevo, mis ojos exhalan odio y castigo, Bates me ve con tal pavor que sólo alcanza a expirar un tímido grito antes de ver de cerca mi revolver, justo en medio de sus ojos.

PAAAAAAW

Otra Noche

La noche era demasiado fría para el delicado vestido que abrazaba tu cuerpo. Temblabas profusamente, con cada arrebato del invernal viento nocturno. De tu boca salía una delicada capa de vapor, evidencia de la baja temperatura.

El humo del cigarrillo de aquel extraño recargado sobre la farola llampo tu atención, vestido con una obscura gabardina y grisáceo sombrero, de dedicaba a humear tranquilamente.

Te detuviste frente a él y notaste que no sería un cliente normal. Acordado el intercambio entre capital y placer, lo llevaste hasta el discreto cinco letras en el que siempre te refugiabas. Ese lugar infestado hasta la cortina con humores podridos en cada rincón y que tantas veces te había visto llorar, gritar exclamar y mucho más. Una vez dentro de la placentera cueva de barato papel tapiz, la ropa fue innecesaria, era como cada noche desde hace casi 3 años, habías perdido ya esa sonrisa que tanta luz le daba a tu rostro. Caricia a caricia tu alma moría. Tu cuerpo respondía por la mera costumbre, el simple oficio, hacía mucho que habías olvidado que es el amor.

Aquel extraño prendió entonces de nuevo un cigarrillo. Más humo para el congestionado y casi agónico pulmón. El espejo en el techo, te reflejaba la repugnante imagen, un extraño humeando con su tabaco, con rostro inerte, inhalando, exhalando, todo provocándote un incómodo sentimiento de vacío, que consumía lentamente tu alma como al cigarrillo de aquel sujeto a tu lado. Tu cabeza daba vueltas cruelmente, torbellinos mentales, que consumen y consumen todos los días, silenciosos asesinos de sueños y sentimientos, eras ya solo un cuerpo vacío, que buscaba como seguir respirando cuando saliera el sol de nuevo. Ya no valías como humano, porque no te considerabas humana, todo regresaba a atormentarte en esos pequeños momentos de depresión, El coraje por la muerte de tu padre, la horrible vida sufriendo el alcoholismo de tu madre, la difícil vida en las obscuras calles olvidadas de la ciudad más grande del mundo.

En ese enorme torbellino de ideas tu cabeza se centró de nuevo, al mirar a tu costado viste el humo correr de nuevo, ahora un poco más cerca de tu cara, era aquel tipo ofreciéndote de su cigarro, con una sutil mueca lo rechazaste, resistiendo el asco de pensar que había saliva suya en ese tubo de papel y tabaco, el extraño sorprendido y humillado, mostro cara de indiferencia, al mismo tiempo que se levantaba y vestía.

La cama ya no era el lugar para ti, así que de un brinco ya estabas ya, de nuevo, envuelta en aquel delicado vestido rojo, que tanto marcaba tu aun escultural figura. Las deudas de habían pagado, cliente contento y dinero en el momento. Era solo otra noche para ti. La obscura gabardina estaba a tus pies, al mirarla, tu naturaleza amable te obligo a levantarla para él. El hombre extraño se sobresaltó al notar tu movimiento, intentando detenerte corrió hacia ti pero estaba ya casi en la puerta, notaste un extraño peso en la gabardina hasta que un tenue rayo de luz que se colaba por las cortinas la iluminó. Un mortal tubo de metal conectado a un dispositivo arranca vidas, cargado de mortales municiones, estaba resguardado en un bolcillo de aquella gabardina, al levantarla, el peso del metálico artículo fue víctima de la fuerza de gravedad y se disponía a caer al piso, cuando el cliente de esta noche corría hacia ti. Al chocar con el suelo, dicho artículo disparo por accidente su mortal carga de plomo. Era un macabro espectáculo, un desafortunado accidente, la alfombra manchada con un tono carmesí, de aquel líquido que nos da vida. Aquel extraño estaba ahora frente a ti, sabías que esta no sería una noche normal. Pero un policía muerto por dormir con una prostituta, eso es demasiado, incluso para ti

jueves, 21 de abril de 2011

Time goes by... so slowly

Despiadado tiempo, corre sin pausa y cuando te detienes a mirar, ya no hay nada de que hablar.
deseas poder regresar a donde todo empezó a cambiar, es difícil aceptar, lo que no puedes cambiar.
El tiempo es un extraño, despechado y desalmado, que con manos frías, envuelve y emociona.
Es caprichoso e impulsivo, casi instintivo, te acorrala y te engaña, siempre el tiempo maestro tiempo.
Tiempo, tiempo, tiempo, me da tanto miedo el tiempo, como llega se va, así de fácil y más.