martes, 17 de agosto de 2010

confesíoN

-Tome asiento por favor.

-Gracias Doctor y disculpe por molestarlo a estas horas.

-No se preocupe, es mi trabajo, dígame ¿Cuál es el problema?

-Lo que pasa … lo que pasa es que no puedo dormir, voy a la cama y paso horas dando vueltas, una y otra vez, ya tengo harta a mi esposa, van varias semanas que me pasa, pero eso no es lo peor, lo peor es cuando logro dormir.

-¿Porqué? ¿Qué pasa?

-Cuando por fin logro quedarme dormido, tengo un horrible sueño, que me atormenta una y otra y otra vez.

-Cuénteme ¿Qué pasa en ese sueño?

-Pues, me es difícil contarlo, en verdad es… muy perturbador.

-Vamos, soy su doctor, cuénteme.

-Está bien; Pues, me encuentro en una cena, esta toda mi familia en la mesa, mi esposa, mis hijos, mis padres, todos sentados en un gran comedor, platicando y comiendo tranquilos, yo parezco inexpresivo y distante observándolos a todos mientras comen.

-¿Usted también esta cenando?

-Sí, pero parece que perdí el apetito en el momento en que comienza el sueño. Después de un rato, se anuncia que servirán el plato fuerte y cada quien le sirven un plato cubierto por una charola de plata, con un sincronizado movimiento, todos destapamos las charolas y se descubre lo que está servido sobre el plato.

-¿Qué es lo que les sirvieron?

-En cada plato está servida una cabeza, una cabeza humana, arrancada de tajo de algún desafortunado cuerpo, completamente ensangrentada con asquerosos gusanos saliéndole de la podrida piel, todas con horribles expresiones de terror. En eso miro con detenimiento estas cabezas y noto que cada quien tiene su correspondiente cabeza servida frente a sí mismos, ellos las miran sin inmutarse, mientras yo me aterro y los observo comer, los observo dando grandes bocados a sus platos, manchándose la boca con sangre. Cuando miro a mi plato y veo mi propia cabeza, esta me mira y grita: ¡¡¡DESPIERTA!!!

-¿Qué pasa después?

El sueño cambia y ahora estoy en la sala, hay sangre en todas las paredes y en el piso hay cadáveres por todos lados, El temor llena mi cuerpo, me siento fatigado miro al rincón de la sala y veo a mis hijos abrazando a su madre, espantados mirándome fijamente como si fuera un monstro. Me acerco a ellos y veo que se asustan más, les digo que no teman y en eso observo mi mano derecha.

-¿Y qué hay en su mano?

-Un resplandeciente y afilado cuchillo, mi mano se aferra a él con enorme fuerza, en eso, noto que estoy bañado en sangre y me doy cuenta que fui yo… yo los maté a todos, desgarré su piel disfrutándolo paso a paso, ver sus miradas de dolor y muerte, derramando su sangre mientras pedían piedad, hundiendo el cuchillo sobre sus cuerpos, ahora había que terminar el trabajo y en un arranque de ira, me lanzo sobre lo que queda de mi familia, mis hijos mi esposa, los asesino a todos.

-¡Por Dios, señor! Debió venir con migo la primera noche que tuvo esa pesadilla, debemos analizar con cuidado, porque su subconsciente lo ataca con tan horribles y violentas imágenes.

-No se preocupe doctor, no vine para que me ayude, solo para que me escuche, algo así como, una confesión, hoy comprobé que no es tan horrible la idea como se escucha, créame, asesinar resultó ser bastante liberador, hoy lo hice sabe, los maté, los maté a todos, uno a uno, fue liberador casi poesía doctor, casi poesía… fue genial.

lunes, 16 de agosto de 2010

solo pasa de nochE

-Anoche soñé.

-¿Cómo?

-Que anoche tuve un sueño.

-¿Sobre qué?

-No lo sé, era todo muy confuso, estabas tú, también estaba yo, nos encontrábamos en un gran banquete.

-¿Me veía hermosa?

-Sí, tenías un elegante vestido rojo, y tu cuerpo adornado con preciosos diamantes, un collar, un brazalete incluso unos aretes, todos en diamantes puros que brillaban con las luces del lugar como estrellas sobre tu piel, te veías muy feliz.

-¿Y tú?

-Yo tenía un smoking blanco muy elegante, casi como los de las películas, pero parecía nervioso por alguna razón.

-¿Y qué hacía yo?

-Estabas bailando, con un tipo rubio muy alto y con bigote, se parecía a Max

-¿Max? ¿Mi ex?

-Sí a él, se parecía un poco.

-No seas tonto, tiene siglos que no lo veo.

-No lo sé, sólo era un sueño. En fin, tú bailabas con él, parecías feliz, sonreías como hace tiempo no lo haces…

-¿Y después?

-Después… después me aburría de mirarte y caminaba por el salón, buscando algo aunque no recuerdo que.

-¡Así que yo te aburro!

-No, no es eso, es sólo que, tenía que buscar algo. Bueno, te digo que seguí caminando por aquél majestuoso salón, hasta que sin notarlo llegué a la mesa más lejana, ahí encontré a una linda chica, era la única persona en aquella mesa, parecía que había llorado.

-¿Cómo era ella?

-Muy bella, un hermoso rostro en un elegante vestido azul, no había nadie a nuestro alrededor todos se divertían en el centro de la pista, bailando y bebiendo.

-¿Qué conveniente no?

-Como sea, me acerqué a ella lentamente, antes de sentarme la chica me lanzó una fugaz mirada, que me detuvo por un segundo, pero aun así seguí. Una vez en la mesa, platicamos por un largo rato, parecieron horas, ella había venido a al banquete con su prometido, pero el tipo tenía problemas con el alcohol y hacia horas que la había dejado allí sola.

-¡Qué infierno!

-Y que lo digas, después de nuestra platica, escuché la música que tocaba la banda del salón, era un vals, muy tranquilo y romántico, así que la invité a bailar, ella tímidamente acepto. La música nos envolvió, no fuimos hasta la pista, nos quedamos ahí en el rincón de aquel salón, abrazados, bailando, sentía como se desvanecía su dolor, olvidaba sus penas y así, en esa paz, al último compas de aquel vals… la besé… y desperté.

martes, 3 de agosto de 2010

de sobremanerA

Para Mayra...


Te extraño de sobremanera
siento que enloquezco sin ti
me consumo lentamente día a día
extrañando el delicioso sabor de tus labios
que se posan tiernamente sobre los míos dejando su estela de amor
y esa piel suave que le gusta tanto a mis manos recorrerla
de principio a fin
despertando tus terminales nerviosas a cada toque
extraño el olor de tu cuerpo mientras esta junto al mío
y el calor de tu respiración
el aliento que se escapa cuando nos damos un beso
el extraño cosquilleo de los nervios acosadores
que llegan como la primera vez que te vi